Editorial. Los acontecimientos históricos inexistentes.

Seguramente parecerá un tanto extraño hablar de “acontecimientos históricos inexistentes”. Bien mirado eso no es, o no parece otra cosa, que un oximorón, un imposible, una contradicción insuperable tan absurda, quizás, como que algo pueda ser blanco y negro al mismo tiempo.

Sin embargo, es posible. Tanto como lo serían las observaciones de Galileo, por mucho que el Santo Oficio romano se empeñase en negar la mayor.

Así es, hay hechos históricos que han tenido lugar y, sin embargo, han acabado por convertirse en inexistentes. De hecho, hay más de esos fenómenos de los que podríamos creer.

La explicación para que algo así ocurra, ya la dio George Orwell en su día. Se trata de lo que en su  más inquietante distopía, “1984”, se llama “vaporización”.

Es decir, la eliminación de determinados hechos y personas que no encajan con la doctrina oficial del INGSOC, el partido que domina la sociedad de ese mundo sombrío que, como muy oportunamente se recuerda en la novela de Orwell, se rige, con perfecta lógica -por perversa que pueda ser-, por el principio de “quien controla el pasado, controla el presente”.

Es indudable que, afortunadamente, al menos por ahora, nuestra sociedad no ha llegado a esos extremos, sin embargo, como se suele decir -bien mirado desde el punto de vista del historiador- se puede afirmar que “algo de eso” sí hay.

De otro modo no se podría explicar que tengamos los oídos y los ojos a punto de sangrar de tanto oír y leer sobre la batalla de Rocroi y no sepamos nada, por ejemplo, de otra casi contemporánea de esa en la que, se dice, el poderío de “España” -no el de la casa Habsburgo y su monarquía imperial, que es una cosa muy distinta-, declinó frente al ascenso de la estrella de “Francia” y no, en todo caso, ante la dinastía de Borbón, que, en poco más de cincuenta años, se sentará, precisamente, en el trono de Madrid…

Se trata de la batalla de Getaria que se desarrollará el día 22 de agosto de 1638. En efecto, apenas si hay referencias a ella. Apenas se ha estudiado como hecho histórico aislado. Del mismo modo en el que sí se han estudiado otras como la de la famosa “Armada invencible” o la de Trafalgar.

Sólo existen algunas referencias sueltas en la obra, inédita, de algún erudito local del pueblo natal del hoy famoso y mediático Cristóbal Balenciaga, el abogado Ángel Gorostidi Guelbenzu. Algún intento más serio, pero aislado, como el que aporta José Ramón Guevara -colaborador ocasional de esta revista- en el volumen recientemente publicado en papel por la revista electrónica “Cuadernos del Gustav con las conferencias que el Ayuntamiento de Hondarribia encargó a la empresa editora de “La Bitácora de Pedro Morgan” para conmemorar los hechos del Gran Asedio de 1638, pero nada más.

Para comprobarlo basta con preguntar al público culto pero no especializado. Nadie sabe de la existencia de algo parecido a una “batalla de Getaria” a finales de agosto de 1638. No existe, hasta hoy, al menos, un relato literario que la utilice como marco. No existe, en cualquier caso, un relato literario de ella, pensado para un gran público, que, de momento, vaya a ser difundida masivamente más allá de lo que pueda serlo el que se ha ido publicando por entregas en  esta revista.

Sin embargo, aquel hecho tuvo lugar. Hay documentos que lo prueban. Y todos ellos llevan a la misma conclusión: los planes del cardenal Richelieu para apoderarse de Getaria y con ella del territorio guipuzcoano y con él de la llave que conducía al corazón del imperio de los Austrias españoles, fracasaron estrepitosamente aquel 22 de agosto de 1638.

La destrucción casi completa de la flota del almirante Lope de Hoces en esa bahía gracias a la devastadora táctica de lanzar sobre ella brulotes incendiarios -algo de lo que es casi imposible escapar para una flota amarrada en tierra-, no hace sino acrecentar las dimensiones del fracaso del desembarco francés que se estrellará contra las baterías artilleras de Getaria y contra las bien organizadas milicias forales -formadas por todos los vecinos aptos de 18 a 60 años de Getaria, Zarautz, Azpeitia…- concentradas para esa ocasión en aquel puerto clave para que aquella costosa campaña sirviera a Luis XIII, rey de Francia y de Navarra, para algo más que para  sufrir una desastrosa derrota cuando su ejército huyó en desbandada general el 7 de septiembre ante las tropas de socorro enviadas a Hondarribia.

Precisamente a recordar ese hecho o los mecanismos por los que se ha llegado a olvidar ese hecho que, de haber ocurrido en otras latitudes sería perfectamente conocido, es a lo que se dedicará este nuevo número de “La Bitácora de Pedro Morgan” vigente hasta el 26 de agosto, hasta la fecha en la que se cumplirá un aniversario más de una de las mayores derrotas del, sin embargo, famoso y bien conocido cardenal Richelieu ante las defensas terrestres de Getaria.

Habrá pues en esta edición una nueva exposición de un sólo objeto que, sin embargo, nos ayudará a entender mucho mejor  cómo hechos como la batalla de Getaria han sido “vaporizados”.

La nueva “Opinión de Pedro Morgan” tratará de como la última pieza del cine “de piratas” permite atisbar un inesperado cambio en ese orden de cosas que, quizás, sólo quizás, ayude a que caiga la venda que ciega a muchos ojos sobre el pasado de determinados lugares, países, regiones…

El capítulo final de “La sombra roja” tratará de dejar fijado sobre un medio de difusión accesible para un gran público interesado en la Historia -el relato histórico-, el modo en el que se pudieron desarrollar aquellos hechos que, insistimos, ocurrieron por más que hoy día su memoria se haya disipado tan cuidadosamente como para que parezcan imposibles, inexistentes.

(Suscriben este Editorial Alvaro Aragón, Iosu Etxezarraga, Carlos Rilova y Oihana Artetxe. Miembros del Comité de redacción de “La Bitácora de Pedro Morgan”)

Esta entrada fue publicada en Comité de Redacción y etiquetada , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario